Pearl Lagoon, Raitipura, Awas, Nicaragua

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6 de octubre

Nos fuimos a Pearl Lagoon. En la lancha íbamos 18 negros, un indio y nosotros: éramos más pasajeros de lo permitido. La policía se quejó, pero no le dieron bola. Hasta había uno metido entre los equipajes. Al principio no entendí muy bien qué pasaba con ese tipo. Lo ayudaban a caminar; era un negro de veintipico de años que no podía mover una de sus piernas. Me pareció que estaba demasiado serio. Lo metieron en la parte de adelante de la panga, sobre los equipajes. Lo que me resultaba raro era que la pierna que no movía no estaba más flaca que la otra; debía haber sido algo reciente. No se me ocurría una enfermedad que te pueda dejar la pierna dura en poco tiempo. En un momento del trayecto, le pregunté disimuladamente a uno de los pasajeros si sabía lo que le había ocurrido al negro de la punta. Me dijo que lo habían tiroteado. Es verdad, un balazo es una cosa que te puede dejar la pierna dura en poco tiempo.

negro
Tal vez prefería un chaleco anti balas.

 

Me fijé mejor y vi que tenía cicatrices que parecían de bala en varias partes del cuerpo (tal vez no recientes). También tenía cicatrices de tajos en los brazos que me sonaba que se las había hecho él mismo. Me hacía acordar mucho a unos ex presos que conocí en Marruecos que se habían hecho unas cicatrices similares. El negro también tenía tatuajes caseros onda carcelarios, que apenas se distinguían en su piel oscura; solo llegué a identificar una calavera (tampoco quería mirar mucho); ahora su seriedad la interpretaba de otra forma. Lo dejamos en una pequeña comunidad y seguimos viaje. Le pregunté al otro, cómo había ocurrido. Me dijo que fue en su comunidad y que fue un tipo del pacífico que ya se había escapado.

Llegamos a Laguna de Perlas y me sentí cómodo. Era un pueblo tranquilo, de negros que hablan un inglés raro y creole. También había indios. Uno de los días, fuimos caminando por el campo hasta unas comunidades de indígenas miskitos.

camino inundado
El camino era raro.

 

Primero llegamos a Raitipura, que son unas 30 casitas en una llanura junto a una playa de la laguna. Me estaba por meter al agua cuando pasó un viejito caminando y nos dijo que iba a llover y que nos pongamos bajo techo. Lo seguimos hasta a una casa nueva que él se estaba haciendo.

Raitipura
Raitipura.

 

Cuando entramos se largó a llover. Estuvimos charlando un rato largo mientras llovía. Él tenía 72 años, se llamaba Samuel y trabajaba en el campo. Cuando paró, salimos y nos fuimos para Awas, que es otra comunidad miskito. Samuel dijo que nos acompañaba y seguimos charlando en el camino. Me enseñó algunas palabras en misquito: Raitipura significa patio sobre un cementerio, Awas significa pino y jején se dice claxa. Ahora, si me encuentro en un lugar que solo se habla misquito y necesito un patio sobre un cementerio, o un pino, o un jején, ya sé cómo pedirlos.

Samuel
Samuel.

 

Awas era parecido a Raitipura, salvo por un charlatán que nos decía ‘hello’ y nos quería bajar unos cocos. Yo solo quería que se callara y le pregunté qué era eso, señalando a una bosta de vaca que había en el piso. Me dijo solamente: «Es de la vaca». Yo le dije que no, que era chocolate (estaba oscura y recién hecha). Me dijo que no. Yo unté un poco de caca con mi dedo mayor y en un rápido y disimulado intercambio de dedos me metí el índice a la boca, haciéndole creer que me comía la bosta. El charlatán se quedó como anestesiado, con el ceño fruncido y balbuceando algo así como «Es de la vaca». Parecía sorprendido, asqueado y triste al mismo tiempo. Nos fuimos, tratando de contener un poco las risas (las chicas ya sabían el truco porque les había hecho la misma payasada con el agua del puerto de Bluefields). Me salió bien, el charlatán no nos habló más. Después, invitamos a Samuel a tomar unas cervezas en un bar que estaba construido sobre el agua y más tarde nos despedimos y nos volvimos al hotel.

Finalmente, en Laguna de Perlas me dio la sensación de que todos ahí tenían algo de negro y algo de indio. Todos parecían estar mezcladitos, desde el más oscuro hasta el más achinado. Me entretuve un buen rato mirando a cada uno y tratando de separar mentalmente los rasgos de negros de los rasgos indígenas. Me agradaban todas las caras.

Zamba
Zamba de mi esperanza.

 

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