(Perdón por los errores, estoy escribiendo rápido y sin corregir. Quiero mantener las crónicas al día.)
Con la intención de elegir los caminos menos transitados, nos desviamos por una picada. Después de pasar dos tranqueras entre pinos, encontramos un pequeño cementerio, una veintena de lápidas con nombres alemanes.
Detrás del cementerio apareció la primera amanita. Sentí algo muy particular. Había imaginado ese momento hacía veinte años y ahora estaba ahí, con la leve sensación de irrealidad que dan las primeras veces muy esperadas.
Después aparecieron muchas más.
Ahora está nevando.