24 de junio
Lo peor que tiene Cobija es el nombre. Hace un calor y una humedad alucinantes y la palabra Cobija me hace pensar en una manta.
Pregunté cómo hacer para ir a alguna comunidad y un almacenero me recomendó ir en un coche compartido hasta Porvenir, que es un pueblito a traienta kilómetros de Cobija.
Ahí negocié con un mototaxi para que me llevara hasta alguna comunidad. Me llevó hasta Cachuelita, unas veinte casas junto al río Tahuamanu.
Entre casas de paja y madera vi un caminito que entraba en la selva. Me metí y caminé bastante. Había muchas lianas entre los árboles y palmeras.
En un momento encontré un paso abierto a machete hacia la izquierda y lo seguí. Era un paso viejo y ya estaba casi cerrado. Después de andar un rato adivinando por dónde pasar, llegué a un río medio tapado entre los árboles.
El camino no parecía que siguiera y regresé. Volviendo vi un animal que pensé que era un mono, pero resultó ser algo parecido a un hurón pero más grande y de color marrón y negro, que se bajó del árbol y se fue haciendo bastante ruido entre las ramas. No sé qué fue eso.
A la mañana siguiente salí para Brasil. Me habría quedado más tiempo en Pando, pero entre que andaba solo y que el hotel que conseguí no era muy barato, decidí continuar otra vez para el norte. Me tomé un bus hacia Rio Branco.