(Perdón por los errores, estoy escribiendo rápido y sin corregir. Quiero mantener las crónicas al día.)
Mis padres nos prestaron el auto y la casa para venir a Mar Azul. El viaje fue tranquilo. Lo único que nos llamó particularmente la atención fue un cartel pasando General Conesa que decía «Reduzca la velocidad en caso de humo». Supusimos que era por las llamas de Madariaga.
En cierta forma siento que aún no estoy viajando. Supongo que es por la familiaridad: la casa conocida, los cuadros de mi hermano, el bosque que crece muy lentamente.
A Vanesa no le dieron la licencia y renunció. Imagino que debe haber sido difícil en un momento en que mucha gente está perdiendo su trabajo. Se la está jugando. No me preocupa tanto, siento que hace tiempo que estoy en ese mismo camino: eligiendo el piso inestable, con la seguridad que me da saber que no puedo elegir otra cosa. Una seguridad que a veces parece no estar, pero que es suficiente.
Ella seguirá trabajando hasta fin de mes pero a distancia. Con vértigo.
Ayer a la noche sentimos una explosión, un ruido grave y profundo. Hoy nos enteramos de que fue un meteorito. Dicen que puede haber caído en el mar.