Seguimos caminando hacia Coroico, Bolivia.

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Durante la mañana seguimos bajando por el valle neblinoso. Nos cruzamos con las primeras personas: pastores con sus cabras y sus bultos. Lo difícil del día fue calentar el agua de los fideos con ramitas húmedas; sin árboles y entre las nubes no es fácil hacer fuego.
Cruzando el río
No recuerdo qué intentaba hacer Mariano, tal vez atrapar una cabra para no comer fideos solos.

Fue todo el día en bajada y del frío de las cumbres pasamos al calor de los valles boscosos. En algún momento encontramos una mina abandonada, en la cual no nos adentramos demasiado, no por precaución sino porque llegamos hasta un derrumbe.

mina de El Choro
No recuerdo qué intentaba hacer Mariano, tal vez atrapar un murciélago para no comer los fideos solos.

Con cada metro que descendíamos aumentaba el calor, la vegetación, el dolor en mis rodillas y el hambre.

Cerbatana
No recuerdo qué intentaba hacer Pablo, tal vez una cerbatana para cazar algo y no comer los fideos solos.
planta venenosa
No recuerdo que intentaba hacer Pablo, tal vez encontrar alguna planta venenosa para los dardos y no comer los fideos solos.

Seguíamos bajando, el sendero era de cornisa; cuando nos venció la debilidad nos costó encontrar un lugar para armar la carpa. La armamos sobre el camino. A la mañana siguiente nos sentíamos mucho mejor.

El Choro Trek
No parece un mal lugar para acampar.

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