17 de octubre
Llegamos a Bluefields y nos fuimos rápido.
Tomamos una lancha a Rama y después un bus a Managua. Llegaba a las 12 de la noche y le preguntamos si podíamos quedarnos a dormir en el bus hasta que amaneciera. Nos dijeron que sí. Cuando llegó a la terminal, bajaron casi todos y seguimos ruta hasta una especie de taller/estacionamiento de buses al aire libre. Había otros cuatro pasajeros que también se quedaban: una chica, un tipo y una pareja. Yo no me pude dormir porque se pusieron a martillar algo en el motor. Después pararon los martilleos y dormité. Sophia, Claudia y Martina estaban desparramadas en los asientos.
Cuando amaneció, nos quisimos tomar un colectivo al centro, pero aparentemente Managua no tiene centro. Me pareció raro. Había visto unos pocos pueblitos sin centro, pero nunca una capital. Terminamos en un shopping llamado Metro Centro, que por lo menos incluía la palabra “Centro” en el nombre.
Estuvimos dos días ahí y nos fuimos a León. En la terminal nos tomamos un triciclo taxi. No me gustaba la idea de que alguien nos llevara pedaleando, pero todos insistían (sobre todo el que iba a pedalear). Viajamos los cuatro con las tres mochilas en ese mini triciclo hasta el centro.
Conocimos León Viejo, unos hervideros y un pequeño río termal que normalmente solo van los locales. Por la zona de los hervideros, había un niño vendiendo restos arqueológicos. Eran bastante buenos para ser partes y estaba claro que eran originales. Hasta había una vasija entera. Le dije al niño, un poco en joda, que eso era ilegal, que no podía comprarle nada y que si la policía me veía con restos arqueológicos me iba a llevar preso. Me dijo que no, que la policía ya sabe. Le pregunté de donde los sacaba. Parece que salen cuando pasan el arado. Me dijo que si quería me podía llevar al lugar.
Después de mucho viajar con las austríacas, me despedí de ellas con bastante pena. Habíamos pasado muchos buenos momentos juntos. Ahora ellas iban a empezar a bajar hasta Ecuador y yo seguía para arriba.