Experiencias con Amanita muscaria

Lo que ocurrió fue que Vanesa tuvo que volver a Buenos Aires porque se le acabaron las vacaciones. Y entonces yo volví detrás de ella.

Pero no nos quedaremos por acá por muchos días. Porque le pedí que me acompañe a viajar por el continente. Dijo que sí. Ya está tramitando la licencia. Ella trabaja en impacto ambiental. Alguien tendrá que sustituirla.

Volviendo al tema de las amanitas, puedo decir que se me han aclarado algunas cosas pero otras siguen oscuras. Ahora puedo dar fe de que crecen en nuestro país, dan náuseas y modifican el pensamiento, pero el tema de los viajes visionarios significativos se mantiene esquivo. Me traje varios hongos secos y sigo intentándolo, pero como las experiencias propias por ahora no fueron intensas, anduve recolectando relatos de anécdotas de otros. Me refiero a experiencias fuertes, contadas de primera mano y con Amanita muscaria recolectadas en Sudamérica.

Cito una como ejemplo, la de Leonel:

Bueno, te cuento mi experiencia. Recolecté y consumí Amanitas en Bariloche (Río Negro, Argentina). Los corté en láminas y los sequé cerca de un calefactor por unos días. Una vez que quedaron bien secos los enfrasqué y etiqueté con fecha. Esto fue en el 2014. Le tenía (y tengo) mucho respeto al hongo, y no tenía apuro, así que dejé pasar tiempo. Al año de la cosecha hice mi primera toma, poca cantidad para probar (unas 5 o 6 láminas). El efecto fue similar a lo que describís, es decir, borrachera lúcida, agudización de los sentidos, algunos colores al cerrar los ojos. Pasó más tiempo (febrero 2016, ya habían pasado dos años desde que los había recolectado) y, acompañado por amigos en un cerro, probé una dosis más alta (aproximadamente 1/3 de frasco de mermelada, ese volumen en láminas secas) y los comí como la vez anterior. Cometí el error de ingerir algo de alimento muy cerca de la ingesta de hongos (ya contaré por qué). Consumí esa cantidad en dos tomas con 40 minutos de diferencia (hice una primer toma, y al no notar diferencia en el estado conocido, decidí realizar otra toma). Luego de consumir la dosis total que mencioné, ya estaba sintiendo el efecto conocido, un pegue muy tranqui con sentidos agudizados. Al cabo de media hora comencé a sentir malestar estomacal, pero solo unas leves náuseas. Comencé a sentir cansancio y a cerrar los ojos y pum! se me apagó la tele. Tuve un viaje de aproximadamente 6 horas en total, 3 de las cuales no recuerdo nada, y en las otras 3 sí tengo registro. En las primeras tres horas me cuenta un amigo que me encontraba con los ojos cerrados pero sin dormir. Según su relato, estaba hecho una bolita en el piso (adentro de la carpa), me movía un poco, daba algunas vueltas, hacía movimientos con las manos, en un corte me acerqué a él y apoye mi cabeza en su abdomen, le daba pequeños golpes en la pierna. Luego de esta etapa sin registro de mi parte, comencé a tener “flashes” del presente. Sentía como si estuviera en una selva, sonidos por todos lados, escuchaba muy fuerte los latidos de mi corazón, y también percibía como un desfasaje de tiempo y espacio muy sarpado, en el que veía como si estuviera observando a través de esos lentes 3D de Disney que había antes, en los que veías fotos y apretando un gatillo pasabas a una siguiente. En este caso, veía como con esos lentes pero con mi mente y a través de mis ojos. De repente aparecía «en escena» el presente por unos segundos, y luego de esos segundos mi mente gatillaba y se «iba» a otro momento, “pasaba la foto”, tenía como la sensación de ir a otro tiempo-espacio pero paralelo, algo diferente y más nebuloso. Entonces iba y venía entre estas dos realidades, en la que una de ellas se presentaba nítida e intensamente, tomaba plena conciencia del lugar en el que estaba, con quiénes estaba, y así de consciente estaba también re loco (en el sentido de que tenía los sentidos súper agudizados, así que todo era una maravilla al percibirlo. Imaginate: arriba de un cerro, noche, estrellas, luna…),  y por tramos de segundos alternaba a esta otra realidad o forma de ver, un poco más inconsciente, como si tuviera los ojos abiertos pero viendo oscuridad (sin referirme a algo malo o incómodo). Sentía calor en los pulmones. Trataba de hablar con un amigo, pero al ir y venir entre estas dos realidades, me era muy complicado hacerlo. Tenía la sensación de que hablaba con mi amigo y con su “doble” de este otro lugar, pero me costaba recordar qué palabras había utilizado con cuál de ellos. Entraba y salía de la carpa, alucinaba con todo (bastante mareado pero sin embargo podía ponerme de pie y realizar pequeños desplazamientos). Al cerrar los ojos veía unas figuras geométricas que suelo ver en estados alterados de conciencia (todavía no le encuentro del todo su significado). Mientras sucedía todo esto, a su vez pensaba, reflexionaba sobre diferentes cuestiones. Me venía el pensamiento de que el tiempo se repite cíclicamente hacia lo que percibimos como futuro, por lo que si prestáramos atención a lo que hacemos por ejemplo en un día, minuto a minuto, hora a hora, nos daríamos cuenta de que estamos sentando las bases de lo que viene con lo que pensamos, sentimos y hacemos. Cada palabra, cada forma de energía que emitimos genera una onda expansiva que se extiende en el tiempo. Luego de un buen rato con todos estos flashes (aproximadamente dos horas y media), me viene un malestar y unas náuseas muy fuertes y tuve que dejar en la tierra lo que había consumido previamente. Luego de esto me sentí muy bien, muy aliviado, habiendo soltado no sé qué cosa aparte del alimento. Me quedé mucho más tranqui, acostado y despierto unos 40 minutos más. El desfase de tiempo-espacio iba mermando. Hasta que me dormí. Al otro día me sentía muy lúcido y tranquilo, alucinado con lo vivido, tratando de ponerle palabras. Fue todo muy satisfactorio, un nuevo estado que transité. En ningún momento sentí miedo o malestar (salvo por el detalle de las náuseas y vómito), y la experiencia del desfasaje fue muy copada y distinta a otros estados de conciencia que experimenté. Claramente la experiencia fue mucho más intensa al aumentar la dosis, y penduló en extremos (sin transición progresiva en mi caso), es decir, entre el extremo super tranqui y super consciente, al otro extremo alterado y con más presencia del inconsciente, en el que cambiaba la percepción de todo. Recomiendo respeto, cautela, paciencia, compañía que no haya consumido nada, y no consumir alimentos sólidos horas antes de consumir los hongos. Me queda para la próxima probar lo de la orina. Y según mi opinión, cuanto menos expectativas tengas, cuanto menos esperes, más relajada va a estar la mente y más va a permitir. Ojalá te sirva algo de mi experiencia. Saludos.

Amanita muscaria en La Cumbrecita

Lo que observo de las historias es que, al momento de tomarlos, en todos los relatos de experiencias fuertes los hongos estaban secos desde hacía mucho tiempo. Tal vez el paso del tiempo juegue a favor de la descarboxilación del ácido iboténico convirtiéndose en muscimol.

También, un par de experiencias notables coinciden con haber comido los hongos y haber tomado pis simultáneamente. Lo de tomar el pis viene de una tradición de los chamanes de Siberia. Lo que se cree es que el chamán comía las amanitas y el resto de los que participaban de la ceremonia tomaban su pis. La interpretación actual es que gran parte del muscimol pasa sin degradarse a la orina, filtrando el indeseado ácido iboténico. Pero buscando papers, he llegado al dato bastante certero de que lo que pasa a la orina es directamente el ácido iboténico, al menos en mayor proporción que el muscimol. Entonces me quedo pensando en la posibilidad de actividad descarboxilasa en el pis. Que los participantes de la ceremonia tomaran las amanitas y el pis del chamán al mismo tiempo y que cierta actividad descarboxilasa del pis ayudara a la producción de muscimol en los estómagos de aquellos antiguos habitantes del frío. Tal vez algo de actividad de la aminoácido aromático descarboxilasa, o la histidina descarboxilasa, u ornitina descarboxilasa, o uroporfirinogeno III descarboxilasa, o alguna descarboxilasa bacteriana, o quién sabe.

Mañana vamos a Mar Azul. Estaremos unos días ahí y luego probablemente subamos hacia La Rioja y Catamarca en busca de un cactus. El largo viaje está iniciado y no tengo que enlentecerme en Buenos Aires.

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