Mulatupo, Kuna Yala, Panamá

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7 de septiembre

Nos despertamos, desayunamos y fuimos al muelle. Eran las ocho y cinco y el carguero se había ido sin esperarnos. Todavía estaba a unos trescientos metros y se iba alejando lentamente. Un rato más tarde, desde el muelle vimos que en otro pequeño muelle cercano estaba saliendo un cayuco con motorcito. Los cayucos son canoas hechas vaciando el tronco de un árbol y se hacen de una sola pieza. Acá son los que más se usan y normalmente se llevan remando o con una vela muy casera hecha con sábanas. En este caso tenía un mini motor y eran un hombre, dos mujeres y unos niños que iban hacia una isla llamada Mulatupu. Cuando aceptaron llevarnos subimos intentando no hacer tambalear mucho el cayuco.

mola
Como mola viajar en cayuco.

Cuando llegamos a Mulatupo dejé a Claudia y a Martina en el muellecito y salí a averiguar dónde podíamos dormir. El pueblo era un laberinto de chozas. Algunos pasillos no eran más anchos que mi cuerpo y tenía que pasar agachado porque los techos terminaban muy bajos. Era bastante diferente a Caledonia: más grande y más poblada.

barrio de paja
«Ahora vengo, voy a buscar un hotel…»

No había ningún lugar para alojarnos. Pensé en pedir para dormir en cualquier casa con alguna familia, pero finalmente nos mandaron a la oficina del aeropuerto (cuando digo oficina del aeropuerto me refiero a un techo de paja sin paredes). Nos dijeron que nuestro lugar era ese (2,50 dólares la noche por armar la hamaca y la carpa). Dejamos las mochilas apoyadas en una pared y nos fuimos a dar unas vueltas. En algún momento nos cruzamos a un indio albino que nos detuvo y se presentó.Entonces aprovechamos para preguntarle dónde se podía comer algo. El albino paró a una mujer que pasaba por ahí y le pidió que nos llevara. La mujer nos llevó hasta una choza donde había un hombre que podía cocinarnos pescado con arroz. Comimos bien. Al hombre del restaurante le pregunté quién solía ir ahí y me dijo que algunos colombianos de los cargueros.

kuna
Mujer que nos llevó hasta el restaurante.

Después seguimos dando vueltas. La isla debe tener unos cuatrocientos metros de ancho por unos ochocientos de largo. En una punta del pueblo, hicimos un poco de amistad con una familia. La mujer nos pidió que nos sacáramos unas fotos con ellos. Nos convidaron una bebida de chocolate un poco extraña y le regalaron a Martina una pulserita de Chaquiras que formaban dos corazones. También me mostraron unas fotos de unos parientes.

fotos
Fotos.

Mulatupu está muy cerca del continente. Un puente de caños de plástico con techito une la isla con el tierra firme. Lo único que hay del otro lado es la escuela.

Mulatupu
El plástico puede ser un buen aislante o, en este caso, un buen desaislante.

Visitamos la escuela y después fuimos a una playa cercana porque hacía mucho calor. Volviendo intenté sacarme la sal en una lluvia de agua que había entre unos yuyos y que venía de un caño de plástico pinchado que, aparentemente, es el que abastece a todo el pueblo y debe venir de algún río. Como la pérdida de agua formaba un charco, al acercarme metí el pié y entonces sentí un aguijonazo muy doloroso en un dedo. Pensé: si fue avispa, todo bien; si fue víbora, todo mal. No pude ver nada, solo sentía dolor. Cruzando el puente otra vez hacia la isla el dedo se me empezó a poner colorado y a hinchar. Entonces pregunté si había un médico y me llevaron hasta una salita de primeros auxilios. Ahí me inyectaron un antihistamínico. Ahora la nalga me dolía más que el pie y me empezó a dar un sueño aplastante. Volvimos a donde íbamos a dormir. Había unos niños que al principio no dejaban de mirarnos pero al rato trajeron una pelota y se pusieron a jugar al vóley. Yo me sumé al juego. Cuando se hizo de noche, los chicos se fueron cantando cosas y a mí me dio muchas ganas de ir al baño. El baño era de madera, estaba directamente sobre el mar y era muy inestable. Lo que salía de mí golpeaba en el agua y hacía brillar a las noctilucas. A unos veinte metros había una mujer bañándose en la oscuridad. El baño se tambaleaba mucho. Me imaginé cayendo al agua entre el plancton luminoso y mis desperdicios.

baño
Inestabilidad sanitaria.

Más tarde salimos a dar unas vueltas. No puedo recordar mucho porque yo me moría de sueño por el antihistamínico. Recuerdo que en un momento me apoyé en el piso y me dormí un rato. También recuerdo a unos niños jugando a boxeo con los pies. Caminaban con las manos y se empujaban con los pies. También un almacén con unos tipos mirando una película en uno de los pocos lugares con luz. La isla estaba casi toda a oscuras. También recuerdo a muchos niños corriendo detrás de Martina. No sé cómo llegué a mi hamaca. Dormí muy bien.

Hoy temprano nos fuimos al muelle a ver quién nos llevaba un poco más. Nos habían hablado de unas islas que algunos les decían isla Balsa e isla Cuero. Al final negociamos con una lancha rápida que nos llevara hasta Ustupu por diez dólares (parece que Balsa o Cuero están lejos porque nos querían cobrar demasiado). Pasamos de largo isla Pino que estaba muy cerca de Mulatupo y nos arrepentimos de no haber parado ahí, parecía linda. A diferencia de las otras islas, isla Pino es una montaña. Tiene un pueblito en la punta y parecía que había buenas playas.

Llegamos a Ustupo al mediodía. El sol en el muelle nos dejó con muy poca voluntad para levantar las mochilas.

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