Comienza un nuevo viaje. Hacia el norte. Empezamos por Bolivia, mi país preferido, un país literalmente alucinante.
Allá, una vez más buscamos y encontramos achuma (también llamado San Pedro), el cactus visionario, alucinógeno, psicodélico o enteógeno, según quién lo mire. En este caso fue una especie muy poco conocida y con el que ya habíamos tenido un fugaz encuentro, el Trichocereus werdermannianus (sinónimo: Echinopsis werdermannianus). Este enigmático cactus crece en la zona de Tupiza en Bolivia y, si bien no está muy estudiado, se especula con que sea un híbrido de T. terscheckii con T. taquimbalensis o con algún otro cactus de la zona.
Lo que nos preguntábamos con Vane era si efectivamente podía considerarse un cactus psicoactivo y de uso ceremonial. Nuestra duda provenía de haber escuchado opiniones muy divergentes al respecto y, sobre todo, porque no pudimos encontrar ninguna experiencia personal informada en internet con este cactus ni con ningún otro de la zona de Tupiza. Entonces las preguntas eran: ¿Es Trichocereus werdermannianus un cactus psicoactivo? ¿Fue utilizado por los antiguos pueblos originarios de la zona? La primera pregunta era fácil de responder, solo había que viajar a Tupiza y probarlo.
Entonces, luego de nuestra corta y burocrática estadía en Buenos Aires, salimos de nuevo a las rutas. La primera parada la hicimos en Humahuaca visitando a unos buenos amigos en el Giramundo Hostel. Luego un bus a la frontera con Bolivia y otro hasta Tupiza. En un par de días ya estábamos frente a los gigantescos cardones.
Otra característica agradecida de estos cactus es el lugar donde crecen. Si uno sale caminando desde Tupiza hacia cualquier punto cardinal, va a encontrar espectaculares montañas y quebradas con achumas y otros notables cactus creciendo por todas partes. El lugar es tan imponente que da la sensación de que la mescalina de los San Pedros se hubiera filtrado hacia todas la formaciones geológicas de la zona.
Entonces, caminando entre el llamado Cañon del Inca (a un par de kilómetros al sudoeste del pueblo) y el Cañon del Duende (un poco más al sur), elegimos una de las tantas ramas caídas de los enormes San Pedros, cortamos un pedazo y le sacamos las espinas. Ya de vuelta en el hostel, lo pelamos, separamos la parte verde, la secamos al sol y la molimos. Al día siguiente, volviendo hacia el Cañon del Duende, tomamos un par de puñados del polvo y lo bajamos con agua.
Al Cañon del Duende se entra por una grieta en una gran pared que asemeja la muralla de una ciudad medieval.
Y eso es poco, lo que viene después es un paisaje realmente sorprendente: no se necesita mescalina para considerarlo alucinante. Solo puedo describirlo en fotos.
O en video.
El T. werdermannianus sí resultó ser psicoactivo. Las náuseas, el vómito, la psicodelia y la emoción a flor de piel.
Vane me dijo que se concentraba sin querer. Y yo pienso que hay algo interesante en el tema de la atención. Nos convertimos en personas diferente según a qué cosa prestamos atención y a qué cosa no. Y hay algo más oscuro en la toma de decisión sobre nuestra atención. Cierta retroalimentación entre la atención, la percepción y la siguiente atención. Por lo pronto, aprovechando que había perdido mi celular hacía unos días, decidí no volver a comprarme otro por un tiempo.
La segunda pregunta surgida al inicio del viaje, sobre sí los originarios de la zona usaban este cactus en forma ceremonial, es más difícil de responder pero el registro de un cronista anónimo de la época de la colonia en la zona de Potosí me hace pensar que probablemente sí lo hayan usado los antiguos:
“… del corazón de la achuma que es un gran cardón de su naturaleza medicinal hacía que cortasen una como hostia blanca y que puesta en un lugar adornado de varias flores y hierbas olorosas y la achuma con sartas de granates y cuentas que ellos más estiman era adorada como Dios persuadidos que allí estaba escondido Santiago (así llaman al rayo) danzaban y bailaban delante de ella ofrendábanle plata y otros dones luego comulgaban tomando la misma achuma en bebida que les privaba de juicio. Ahí eran los éxtasis y visiones, aparecíaseles el demonio en forma de rayo.” (Archivium Romanum Societatis Iesu, Roma, Peru, Lettere Annue IV 1630-1651, folios 48-60. Carta Annua. Año 1637. [Citado en castellano por Estenssoro 2001]).
Ahora vamos hacia La Paz, a visitar a Álex Ayala Ugarte, un amigo periodista y escritor del cual recomiendo todos sus trabajos y especialmente su último libro Rigor mortis. Luego viajaremos hacia la Isla del Sol en el lago Titicaca, en busca de la belleza del lugar y de otro Trichocereus muy particular.