1 de octubre
Nos despedimos de Jim y nos fuimos a Isla Colón unos días. Después nos despedimos de Babsi también, que se volvía para Austria, y seguimos hacia el lado de Costa Rica. Yo quería ir a Las Delicias, una comunidad en Panamá pegada a la frontera pero metida un poco más hacia el interior. Alguien nos convenció de que ir por Costa Rica era más rápido. Era verdad; era más corto y nos dejaba mucho más de paso para seguir subiendo. Yo no había pensado en esa posibilidad porque en ningún lugar había escuchado que hubiera paso a Las Delicias desde Costa Rica.
Cruzamos por Guabito-Sixaola, que es dónde se puede sellar los pasaportes, y nos fuimos hacia Las Delicias. El último tramo lo hicimos en un taxi que nos dejó en un río. Ahí solo había una topadora, un par de coches, unas pocas personas y el río. Para cruzarlo, había unas lanchitas gratis, pero no nos querían llevar. Estaban puestas por la licorería de enfrente y eran para los que iban a contrabandear alcohol. Al final nos cruzaron, pero terminamos justamente frente a una licorería.
La gente que cruzaba ni siquiera sabía que por ahí había un pueblo. Solo vimos un camino, la licorería y una casa de venta de cosas contrabandeables en general: paraguas, bicicletas, cortadoras de pasto. Estaba atendida por una mujer árabe a la que le preguntamos por Las Delicias y nos dijo que siguiéramos el camino. Empezamos a caminar al rayo del sol y al rato pasó una camioneta taxi, que paró y nos llevó gratis sin que le pidamos.
Las Delicias es un pueblito de unas viente casas entre selva y montañas. Charlamos bastante con un empleado de la escuela y con una maestra muy joven (cuando digo escuela, digo un salón de madera). La maestra nos contó que era de Panamá City y que por suerte le había tocado ahí, porque casi aplica para otra que quedaba mucho más lejos. Para llegar a esa otra escuela había que, primero llegar hasta ahí, después cruzar el río por la licorería, tomarse un bus por Costa Rica, volver a cruzar el río hacia Panamá y caminar cuatro horas por la selva.
Al día siguiente me desperté temprano y la maestra, de puro buena onda, me preparó un desayuno con unos plátanos fritos y un té de unos yuyos que cortó frente a la casa. Después nos despedimos de todos y volvimos a cruzar a Costa Rica por otro paso ilegal y gratuito.
Costa Rica lo pasamos en tres días. El turismo internacional y los precios un poco altos nos empujaron hacia Nicaragua.