Del Parque Nacional Calilegua fuimos a San Salvador de Jujuy. Después Purmamarca (que chorrea turismo con su cerro de los siete colores), Maimará, Tilcara y Humahuaca. En Humahuaca nos quedamos bastante tiempo. La motivación de acampar se debilitó por la necesidad de wifi para avanzar con el blog y terminamos en el Hostel Giramundo. Hicimos mucha amistad con la gente del hostel y ellos mismos nos insistieron para que nos quedáramos un tiempo colaborando un poco con las tareas del lugar a cambio de alojamiento y comida. Nos gustó la idea. Yo combinaba la escritura con escasas interrupciones para atender la recepción y Vanesa iba a la terminal a capturar presas posiblemente interesadas en el hostel.
Usando Humahuaca como base estuvimos visitando varios lugares de la zona. Un día dejamos las mochilas grandes en el hostel y subimos con equipaje liviano al bus destartalado que va para Iruya. Recorrimos por tres horas un camino de ripio montañoso hasta llegar al pueblo. Sin saberlo, estábamos en el día que comenzaba la Fiesta del Rosario, la fiesta mayor de Iruya. La gente llegó caminando entre las montañas, desde pequeños pueblitos y caseríos, trayendo sus santos para festejar y sus cosechas para comerciar.
Me tocó una habitación con la mejor vista.
Fueron tres días en los que vimos devotos rezando interminablemente, peregrinaciones tenebrosas marchando en la oscuridad bajo el ruido de los monótonos erkes, fuegos artificiales, peleas alcohólicas, globos de colores, enmascarados bailando danzas indígenas alrededor de la virgen, banderines de colores, cubículos de chapa para entrar a bailar bachata y reguetón, burros masticando bolsas de plástico.
Un día salimos a caminar por las laderas de las montañas hacia el este del pueblo. Después de un par de horas de caminata almorzamos sanguches de palta y tomate interrumpiendo el almuerzo de dieciséis cóndores (Vultur gryphus) que nos sobrevolaron las cabezas a la espera de que nos fuéramos.
El cóndor es el ave no marina de mayor envergadura del mundo (hasta 3,30 metros), son carroñeros, anidan entre 1000 y 5000 msnm, viven hasta 75 años, son monógamos y ponen un huevo cada dos años. Se los considera Patrimonio Cultural y Natural de Sudamérica.
Es difícil ver un cóndor (están catalogados como una especie casi amenazada), pero un burro tuvo la mala suerte de morir entre las piedras y nosotros tuvimos la suerte de estar ahí, escuchando el ruido del viento contra las alas de esas aves enormes. Increíblemente llegamos a verlos hasta una mínima distancia de solo seis o siete metros.
Esa misma noche fue el pico de los festejos religiosos y hubo una enormidad de fuegos artificiales, algo que me pareció sobredimensionado para el pequeño pueblo. Al día siguiente volvimos a trepar un par de horas por las montañas para ver a los cóndores. Ya no estaban, solo el burro muerto a merced de las moscas. Los designios de Dios son inescrutables.