Ahora estamos atravesando toda Colombia para llegar a las remotas comunidades originarias de la comarca Guna Yala en el Caribe panameño.
El avión a hélice que nos rescató de la triple frontera nos dejó en Villavicencio. Ahí ya hay carreteras.
Luego fuimos en bus hasta Bogotá, donde Vane ganó unos pesos actuando en un par de shows de stand up.
Después otras actuaciones en Medellín, la ciudad de la eterna primavera.
En Medellín descubrimos un hostal muy conveniente, el Casa RAM, que es de los más baratos y está en un entorno selvático de la quebrada de un arroyo.
Y caminamos por las montañas.
En Girardota, a veinte kilómetros al norte de Medellín, encontramos setas del hongo visionario Psilocybe cubensis.
Y nos enteramos de varias cosas.
Luego otro bus hasta Necoclí donde subimos a una lancha de pasajeros para navegar unos setenta kilómetros por el mar Caribe hasta llegar a la remota y paradisíaca aldea de Capurganá.
Luego de un par de días en ese pueblo sin vehículos y de aguas cristalinas y peces de colores, caminamos hora y media por la selva, subiendo y bajando la montaña, hasta llegar al aún más aislado Sapzurro, la última aldea del caribe colombiano, nuestra preferida.
Estuvimos un mes en Sapzurro.
Una comunidad de afrodescendientes.
Nos hospedamos en el muy recomendable Camping El Chileno.
Un mes a puro snorkel.
Y relajo.
Y más snorkel.
Con peces ángel francés juveniles.
Que de adultos se convierten en otra cosa.
Y peces payaso punteado juveniles.
Qué también se convierten en otra cosa.
Y candiles.
Y peces erizo.
Y humanos.
Y peces mariposa de cuatro ojos.
Y peces damisela joya.
Y cardúmenes de jureles.
Y rayas amarillas.
Y morenas verdes.
Y morenas amarillo y negras.
Y el venenoso y destructivo pez león.
El Pterois volitans es originario del Indo-Pacífico y fue introducido accidentalmente en la costa de Florida, Estados Unidos, en la década del ’80.
De a poco fue colonizando todas las costas del Caribe y se lo encuentra en Colombia desde el año 2009.
Es un gran problema en el Caribe porque es predador de muchas especies de peces que viven entre los corales y, además de estar protegido por sus espinas venenosas, los posibles predadores del pez león en el caribe aún no lo reconocen como presa.
Es de hábitos solitarios pero estábamos en época de reproducción y pudimos verlos en parejas.
También hicimos un alucinante snorkel nocturno con el método profesional de meter nuestra linterna en una bolsa de plástico.
De tanto comer verduras y legumbres y dormir en carpa, hemos aprendido a aguantar la respiración por mucho tiempo, cosa que se puede apreciar en este video resumen que hizo Vane:
Y también snorkel sobreacuático.
Y algunos días hicimos acuarios efímeros.
Que cosecharon buenas críticas entre los gatos del barrio.
A espaldas de Sapzurro hay un sendero que sube y baja la montaña y en menos de media hora se llega a La Miel, un pequeño pueblo que ya pertenece a Panamá.
La Miel se encuentra en una bahía turquesa de arenas blancas y es un poco el final de los caminos, ya que está más conectada con Colombia que con el resto de Panamá, muy lejos de las carreteras centroamericanas.
Es un lugar con buenos atardeceres.
Y con ron sin impuestos.
Un relajo.
Pero el lado oscuro de la región es el tráfico de personas. La falta de rutas en el Tapón del Darién entre Colombia y Panamá no es casual, es una zona que se conserva (por presión internacional) para generar un cuello de botella y dificultar el paso de migrantes y el tráfico de cocaína.
Los migrantes hoy en día son principalmente grupos reclutados en África, India o Pakistán. No es gente desesperada escapando de guerras y miserias sino más bien personas de clase media que desean llegar a los Estados Unidos hipnotizadas por el «sueño americano», personas que pagan una gran cantidad de dinero a redes internacionales de tráfico que luego los pasean por todo el continente ocultándolos de la ley y cambiándoles permanentemente los pasaportes. Suelen llegar de sus países en barcos a Perú, Ecuador o Venezuela y luego los «chilingueros» (que es como llaman acá a los traficantes de personas) comienzan a acarrearlos lentamente hacia el norte.
El hecho es que el Tapón del Darién es uno de los pasos más complicados, una barrera donde suelen morir muchos inmigrantes, a veces abandonados en el mar y otras veces asesinados en los senderos de la selva Panameña, ya que estamos en una zona de tráfico de cocaína por «hormigueo» controlada por los narcoparamilitares del Clan Úsuga comandados por alias Otoniel, para quien Estados unidos ofrece una recompensa de 5 millones de dólares y el gobierno de Colombia otros 3.000 millones de pesos por su captura.
Es común ver a los inmigrantes en Sapzurro y en La Miel porque los militares panameños suelen encontrarlos caminando por la selva (todo el trayecto es de seis o siete días a pie) donde los capturan y los devuelven primero a La Miel y luego a Colombia. Y así van rebotando hasta lograr pasar o morir.
Se los reconoce porque suelen ir en grupo, calzados con botas de goma y, en general, sonrientes por tener ya la mitad del camino hecho.
Durante nuestra estadía en Sapzurro murió ahogado en la playa de Cabo Tiburón un hombre de un grupo de la India mientras escapaban de la policía.
En estos días nos hemos enterado de que sí se puede seguir un poco más por tierra hacia Panamá. Se puede ir en lancha hasta Puerto Obaldía y de ahí sale un sendero por la selva y por la costa que conecta con tres comunidades de la etnia kuna, tres aldeas especialmente aisladas y que conservan de forma muy estricta sus costumbres tradicionales. Calculamos que deben ser dos o tres jornadas de caminata.
También en estos días nos hemos hecho amigos de Gonzalo y Carmen, una pareja de españoles que nos cae muy bien, y estamos intentando convencerlos para que nos acompañen a caminar por estas zonas de narcoparamilitares para ir a ver si somos bienvenidos por los esquivos indígenas kuna.