Ustupo, Kuna Yala, Panamá

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9 de septiembre

En Ustupu nos dio la sensación de que todas las islas de Guna Yala eran muy diferentes: Caledonia era muy chiquita, Mulatupo era un laberinto, Isla Pino era una montaña y ahora Ustupu parecía otra cosa. Ahí ya había un puesto militar donde nos pidieron los pasaportes. La mitad de las mujeres vestían al estilo occidental. Y había banderas de la revolución Kuna por todos lados. Es como la bandera española pero con una esvástica en el centro (la envidia del PP).

esvastica
España dentro de un par de años.

 

Nos alojamos en el Hotel Kosnega. Esta muy bien. Tiene un patio central donde armamos la carpa y la hamaca. Tiene unas terrazas sobre el mar y estaba casi vacío. Solo una maestra de la isla de alojaba con nosotros. El dueño nos cobró 2 dólares por acampar y un dólar más por habilitarnos una habitación para usar el baño.

balcon
Tranqui.

Salimos a dar unas vueltas y vimos que esta isla es más grande que las anteriores. Son dos comunidades en una; no entendí muy bien por qué. Además hay una parte deshabitada donde solo hay pasto, arbustos y palmeras. Calculo que el pueblo en total tendrá unos quinientos metros por mil metros, o algo parecido.

Ustupu
También había charcos.

 

En un momento, unos niños nos estaban gritando todos juntos “Holaaaa” repetidas veces, como era costumbre. Yo, un poco por hacerme el gracioso y otro poco para ver si se callaban, me di vuelta y les grite desaforadamente “Holaaaa” con los ojos, la boca y los brazos abiertos, para darles una cucharada de su propia medicina. Funcionó con casi todos. Se callaron y quedaron unas risitas. Todos, menos un niñito muy chiquito que se asustó mucho y empezó a llorar desconsoladamente, mirándome con los ojos y la boca más abiertos que los míos. No paraba de llorar y me miraba con terror. Perdón.

Martina
Martina era un imán para niños.

 

Ya estoy aprendiendo algo del idioma kuna. Incluso, en una ocasión, a unas mujeres les hice creer que lo hablaba con fluidez, siguiendo una secuencia de unas preguntas que se repiten. Primero nos preguntan el nombre de Martina. Es algo así como “igi nuga”. Después nuestros nombres. Luego la edad de Martina. Suena como “igi birga nika”. Yo les respondo “birgatar”, que significa cinco. Después nuestras edades, que se las respondo en castellano porque los números arriba de diez son complicados y solo los conoce la gente muy mayor. Después nos preguntan de dónde venimos y luego a dónde vamos. Yo les respondo la isla anterior y otra que quede más arriba. Después ya no entiendo nada, pero suelen ser frases con sonrisas.

Hay muchos albinos en Ustupo. Da un poco de pena ver a los niños blanquitos sufriendo el sol con los ojos casi cerrados y la piel ulcerada.

indigena albina
Golpeé en la puerta: pan, pan y albina vino.

 

A la tarde salimos a dar otra vuelta. Encontramos una iglesia católica. Era muy rara. Era del mismo estilo de las pocas casas de cemento que hay por acá pero de tres pisos y con una cruz. En un momento que  yo estaba mirando por los agujeritos de la puerta, llegó un tipo y me hizo pasar. Pensé que era el cura, pero resulto ser un maestro de la escuela que lo habían contratado para arreglar unas habitaciones. Adentro había una mezcla de imágenes católicas con imágenes locales. Estaba todo escrito en kuna. El maestro nos dijo que la habían construido en 1960 y que los hierros de las columnas estaban oxidados por la sal, y que en cualquier momento se podía venir abajo. El primer piso lo usaban para las reuniones y el segundo en realidad no existía, era solo la fachada. Estuvimos un rato charlando. No nos habló bien de los kunas en general. Como ejemplo, nos dijo que para ellos las relaciones homosexuales son totalmente normales y que podés ver paseando por ahí a dos hombres tranquilamente. Que “no lo ven como una degeneración”.

el dios de los pobres
Iglesia sin cura.

 

A la mañana siguiente fuimos al muelle y había un carguero. Nos llevaron hasta Mamitupo.

Pasajera en trance
Pasajera en trance.

 

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